viernes, 24 de julio de 2009

Sabandija

Sebastián creyó que se convertiría en vampiro y se sintió feliz.
Apenas dos días atrás, había visto “Crepúsculo” y se envolvió en la hermosa idea de que esa historia fuese suya.
Iba a convertirse en un joven mortalmente seductor, iba a amar a una joven que lo adoraría y se prometerían amor eterno; un amor sufrido, imposible.
Pero Sebastián no recordaba haber sido mordido por otro vampiro –condición fundamental para convertirse en uno-, por lo cual, su teoría era improbable. Lo que era real, lo que no era una ilusión, era su sed.
Esa tarde, se había sentido atraído por su madre, más bien, por su olor. No era perfume, no era el olor de su piel, venía de su interior. Cuando la besó en la mejilla, se detuvo un instante, sintiendo…debajo de la piel; hasta creyó escuchar el sonido de la sangre corriendo por sus venas. Inexplicablemente, se le hizo agua la boca.
Algo, definitivamente le había ocurrido, le estaba ocurriendo.
Acostado en la cama, comenzó el sudor y un dolor de cabeza intolerable. En su interior, las tripas parecían retorcérsele.
Con pocas fuerzas se levantó de la cama y se paró frente al espejo tratando de encontrarse. Le pareció ver a otra persona, nada era tan diferente, pero tampoco era el mismo.
En ese momento, la madre golpeó la puerta y le reclamó a través de ella que estudiara.
Mentalmente le respondió, pero el espejo le demostró que no había abierto la boca.
Un vello fino y duro parecía haber crecido de más en su cara; notó que sus ojos brillaban más, o estaban más grandes, no sabía…volvió a acostarse.
Al día siguiente, la madre lo llamaba de nuevo a través de la puerta para ir a la escuela.
Había soñado con una chica, Maia. Había soñado que la tomaba entre sus ahora fuertes brazos y la llevaba a lo alto de los árboles, como en la película; también había soñado que se besaban con pasión y que Maia le juraba entregarse a él sin importarle las desdichas de ser inmortal.
Se dio cuenta de que amaba a su amiga más de lo que creía y la seguridad de que ella también lo hacía, le trajo una paz que le hizo olvidar la terrible noche que había pasado.
Maia lo pasaría a buscar esa mañana como tantas otras, para ir a la escuela, pero esta vez, le confesaría todo, y la llevaría a lo alto de los árboles donde se besarían para siempre.

El hambre era insoportable, cuando el perro entró a la habitación, pudo olerle las entrañas.
El zarpazo fue mortal, y en menos de un segundo, apresó el cuello del animal y lo chupó voraz, sin control.
No pudo solo morderlo, tuvo que despedazarlo y probar sus vísceras.
La sangre caliente, el sabor amargo, lo modificaron por completo. Ya no era humano.
Dos realidades se le presentaron; una en la que sentía, y la otra, le ofrecía verse desde afuera, como si fuera otro, cometiendo la atrocidad.
Al fin y al cabo, los vampiros podían beber sangre de animales, lo había visto en “Entrevista con el vampiro”.
Cuando se detuvo, obtuvo una saciedad que apenas alivió su dolor.
Le costó caminar hasta la puerta del dormitorio, pero debía hacerlo si quería estar listo para cuando llegara Maia.
Se dirigió a la cocina mareado, confundido, se le dificultaba enderezarse y caminar normalmente.
Vio la silueta de su madre, de espaldas y quiso abrazarla y contarle su felicidad.
Lo hizo, la abrazó fuertemente y le besó la cabeza.
Unos minutos después, sintió la voz de su amada que lo llamaba desde afuera.
Le estallaba el corazón; cuando Maia supiera que el insignificante Sebastián ahora era un vampiro! Que hermoso delirio envolvería su alma!
Quiso llamarla, pero ninguna palabra pudo ser pronunciada.
Maia abrió la puerta…
-se hace tarde Sebastián…- dijo.
Se dirigió a la cocina, un hilo de sangre le alcanzó los pies; al final del charco, la madre muerta. Mas atrás, acurrucado en un rincón, un asqueroso bicharraco gigante cubierto de un pelo fino y duro, con extremidades ridículamente delgadas, chorreando sangre de la boca.
Maia, horrorizada, caminó lentamente hacia un mueble de la cocina, tomó el Raid y roció su contenido hasta agotarlo sobre el vil insecto que intentaba sonreír.

1 comentario:

  1. Ey! rechazadas...ACTUALICEN, no tengo literatura, ya lei demasiadas veces todos los articulos, no sean asi

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